jueves, 13 de febrero de 2014
miércoles, 5 de febrero de 2014
Productos pirotécnicos: Hacia una práctica contracultural.
Editado en el Tres Mil, Diario Co Latino,sábado 25 de enero 2014.
Hace un par de años y días (sábado 17 de diciembre
de 2011) se publicó en este suplemento cultural
el texto intitulado: « El
lado oscuro de la artesanía pirotécnica en El Salvador». La pretensión de este escrito procura hacer
un balance, una valoración de los avances y retrocesos en lo concerniente a la
fabricación, comercialización y uso de productos pirotécnicos artesanales, las
leyes y otras normativas que le regulan, la aplicabilidad de las mismas, el
trabajo intersectorial de las instituciones del Estado para prevenir y
controlar los efectos que produce la pirotecnia artesanal en el país, así como
los resultados de la vigilancia de lesiones ocasionadas por productos
pirotécnicos en la más reciente celebración de las fiestas de navidad y fin de
año.
La palabra pirotecnia deriva del
griego <piro > que significa fuego y < téchne > que está referido al arte, técnica o especialidad. En otras
palabras, el término pirotecnia se entenderá
como la técnica que se ocupa de la fabricación y
utilización de fuegos artificiales, explosivos y toda clase de inventos con pólvora,
tanto para fines militares, demoliciones, así como para celebraciones o
conmemoraciones diversas.
El origen de la pirotecnia está
directamente relacionado con la accidentada invención de la pólvora en China,
en ese sentido la historia registra que la pólvora fue empleada en pirotecnia
antes de que fuera utilizada para fines militares.
En cuanto a la
llegada de los productos pirotécnicos a El Salvador, nuestros abuelos/as
comentan que el primer lote de estos artefactos arribó al Puerto de Cutuco, La
Unión, a principios del siglo XIX, no con fines de comercialización sino que
era un producto de paso que llevaban vendedores palestinos a otros países del
sur de América, quienes desembarcaron al muelle con fines de abastecerse de alimentos
y agua. Fue tan buena la recepción y acogida de los habitantes unionenses que
como muestras de agradecimientos de los mercaderes asiáticos, éstos les
entregaron parte de sus productos. Fue tanto el asombro y algarabía que produjo
la quema fuegos artificiales que ya no hubo necesidad de que la flota marítima
palestina se desplazara hacia el sur; los productos pirotécnicos fueron
vendidos distribuyéndose a otros departamentos de la zona oriental y del país.
Respecto a esto último, es
decir a la algarabía, la bulla, el bullicio, el vocerío de nuestra gente hay
una necesidad de saber, de tener una lectura, una aproximación del porqué las y
los salvadoreños somos muy afines, armónicos, adeptos al ruido, los sonidos
altos, la estridencia, el eco… Por cualquier
parte que nos desplacemos observaremos esa parte de nuestra cultura que nos caracteriza: en los
centros comerciales, el mercado, nuestro vecindario. ¿Tendrá que ver este
fenómeno con una falsa alegría o felicidad que construimos?, ¿tendrá que esto
ver con una forma de tapar, ocultar nuestros problemas, nuestra impotencia y
calamidades?… habrá que ver.
Cómo culturalmente explicarse que a pesar de las quemaduras, amputaciones, cicatrices y deformidades (que generan discapacidad
temporal o permanente), secuelas emocionales e incluso muerte la población siga
exponiendo a la niñez y la adolescencia a estas prácticas donde detrás de cada
experiencia hay tragedias humanas. ¿No habrá al caso en los padres y madres una
medición de la dimensión o magnitud del riesgo que esta práctica puede
producir?
Sobre lo mismo, el más reciente
informe de vigilancia especial de lesionados por productos pirotécnicos del
Ministerio de Salud -MINSAL- reporta
que durante el período del 1 de noviembre 2013 al 6 de enero 2014 se notificó
un total de 187 lesionados por
productos pirotécnicos. Los grupos de edad más afectados son de 18 a 59 años
(40.6%) y de 10 a 17 años (30.5%), los menores de 18 años concentran el 56.6%. El
77.5% de los afectados corresponde al sexo masculino. La procedencia de los casos fue de 64.2%
en el área urbana y 35.8% en el área rural. El mayor número de casos procede de
los departamentos de San Salvador (34.8%), Santa Ana (9.1%); La Libertad (8.0%)
y Cabañas (7.0%). La mayor proporción de quemaduras son de grado I (50.3%),
grado II (36.9%) y grado III (12.8%),
estas últimas son consideradas las más graves. En el 56% se ha requerido manejo
ambulatorio (que no han requerido hospitalización), el 30% de casos fueron
ingresados y 14% referidos a otros centros especializados.
Los productos pirotécnicos además de las
quemaduras, ocasionan problemas respiratorios por el humo que producen así como
problemas de audición por los detonantes; son un factor de riesgo para la
producción de incendios. En el proceso de fabricación, comercialización o
uso, afectan de alguna manera el
ambiente, con los consecuentes daños para la salud.
En estos dos últimos años, a
través de un esfuerzo interinstitucional liderado y conducido por la Comisión Intersectorial de Salud
–CISALUD- ha habido en su interior un debate
sobre la importancia de prohibir lo concerniente a la
fabricación, comercialización y uso de productos pirotécnicos. Los detractores
a esta postura se inclinan por la regulación, la cual generaría
grandes vacíos en la parte de su aplicación. Ya que en sí el problema de los
pirotécnicos en El Salvador no radica en la falta de leyes, sino más bien en la
aplicabilidad de las mismas.
La base legal de las actividades relacionadas con pirotécnicos
están reguladas por la Constitución de
la República, la Ley de Armas y su Reglamento Especial, el Código Penal y la Ley Orgánica de la Policía Nacional
Civil –PNC-, estableciendo como
ente regulador al Ministerio de Defensa
Nacional a través de la Dirección de Logística y la conformada Comisión Técnica de Regulación y
Control, integrada por 4 instituciones
más: Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales
–MARN-, Cuerpo de Bomberos de El Salvador
–CBES-, Consejo Superior de Salud Pública –CSSP- y la Policía Nacional Civil
–PNC- a través de la División de Armas y Explosivos.
Toda la fotografía descrita en las líneas anteriores demanda crear un
contrapeso, una contracultura a la práctica relacionada con los pirotécnicos.
Por contracultura entenderemos el movimiento
social y cultural que se caracteriza por el rechazo u oposición a los valores culturales, sociales, morales y
modos de vida establecidos en una sociedad. La
contracultura surge en los Estados Unidos en la década de los
cincuenta y desaparece prácticamente en
los setenta. Lo anterior no significa que posteriormente a este estadio no se
hayan gestado movimientos contraculturales. El término fue
acuñado por el historiador norteamericano Theodore Roszak en su libro: «El nacimiento de una contracultura» (1968).
El término contracultura se usa especialmente
para referirse a un movimiento organizado y visible cuya acción invade y evade
a muchas personas y persiste durante un período considerable. Han formado parte
de movimientos contraculturales, para citar algunos: jazz, rock and roll,
desobediencia civil (la guerra contra Vietnam), pop art, copyright libre
(copyleft), los comix (con equis), folk song, beatlemanía, los movimientos
hippies, la era de acuario, la revolucuión sexual, los movimientos feministas,
la dialéctica de la liberación, mayo del 68, el festival Woodstock, entre
otros.
Volviendo a
la cultura del uso de pirotécnicos ha
llegado el momento de generar una contracultura contra la misma. Los resultados
nos lo demandan: La circunstancia más frecuente de quemadura ha sido en
el 618% de casos encontrarse encendiendo pólvora; 22% transitaban por el lugar
donde se estaba manipulando pirotécnicos, y 14.4% en otras circunstancias. A pesar de ser productos prohibidos el mortero
(31.0%), pólvora china (13.4%) cohetillos (12.3%), silbador (11. 2%),
estrellitas (7.5%), volcancitos (7.0%) y otros (14%), se encontraron más
frecuentemente involucrados.
Se registraron en total 2 defunciones ocasionadas por lesiones debidas a
pirotécnicos, similar a lo ocurrido en 2012. El 65% de las personas se lesionan ellos
mismos. El 77% de
lesionados se quemaron cuando estaban sin ninguna supervisión y el 23% cuando
sí lo estaban. El 77% de
las lesiones ocurrieron en sitios únicos. El 19%
de los casos sufrieron complicaciones.
La pirotecnia
está dentro del esquema de pensamiento, la forma de vivir la vida, el lenguaje,
el olvido por los aspectos históricos, las costumbres del patrón cultural de
las y los salvadoreños. Sólo recordar que el patrón cultural es el conjunto de
costumbres y creencias que una sociedad practica en su diario vivir. Las
secuelas y tragedias humanas que deja el uso o accidentes por pirotécnicos no
debe repetirse año con año, debe de quedarse como una práctica y un dato de la
historia nacional.
¡Ha llegado
el momento de generar una contracultura a esta práctica triste y enajenante de
nuestra sociedad!
El lado oscuro de la artesanía pirotécnica en El Salvador.
Publicado en suplemento cultural Tres Mil del Diario Co Latino, el sábado 17 de diciembre de 2011.
La palabra
pirotecnia deriva del griego <piro > que significa fuego y < téchne > que esta referido al arte, técnica o especialidad. El término pirotecnia se
entenderá, entonces, como la técnica que se ocupa
de la fabricación y utilización de fuegos artificiales, explosivos y toda clase
de inventos con pólvora, tanto para fines militares, demoliciones, así como
para las diversiones y las fiestas.
El origen de la
pirotecnia está directamente relacionado con la accidentada invención de la
pólvora en China, en ese sentido la historia registra que la pólvora fue
empleada en pirotecnia antes de que fuera utilizada para fines militares.
Los “juegos pirotécnicos” o “fuegos
artificiales” son muy utilizados en diferentes países del mundo; Latinoamérica y la región centroamericana no
son la excepción. En sus plazas, parques y lugares destinados para su
distribución proliferan las ventas que, en su mayoría, responden
a celebraciones de fiestas de corte popular como navidad, fin de año,
aniversarios, celebraciones religiosas, entre otras.
En El Salvador la problemática
relacionada con la fabricación y utilización
de productos pirotécnicos artesanales no radica en la falta de leyes u
otras normativas, sino más bien a la aplicabilidad de las mismas.
La base legal de las
actividades relacionadas con pirotécnicos están
reguladas por la Constitución de la República, la Ley de Armas y su
Reglamento Especial, el Código Penal y
la Ley Orgánica de la Policía Nacional Civil –PNC-, estableciendo como ente regulador al Ministerio de Defensa Nacional a
través de la Dirección de Logística y la conformada Comisión Técnica de
Regulación y Control, integrada por 4
instituciones más: Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales –MARN-, Cuerpo de Bomberos de El Salvador –CBES,
Consejo Superior de Salud Pública –CSSP- y la Policía Nacional Civil –PNC- a través
de la División de Armas y Explosivos.
Estas instituciones tienen
diversas funciones como fiscalizar e
inspeccionar lo relacionado a la materia prima para la fabricación de productos pirotécnicos (emitir autorizaciones
de comercialización, almacenamiento y
compra de material químico y pirotécnico, control vehicular y custodios al
transporte de sustancias químicas, decomisos y aislamientos cuando la situación
lo amerite, extender las esquelas de infracción, entre otras).
Las sustancias químicas
primarias utilizadas para la fabricación artesanal de pirotécnicos son: Benzoato de sodio (que
se usa generalmente para conservar alimentos:
vinagre, bebidas carbonatadas, mermeladas, zumo de frutas y salsas de comida
china); clorato de potasio (usado en la fabricación de fósforos,
industria pirotécnica y de fuegos artificiales) y la flor de
azufre (la flor de
azufre es un químico y no viene de ninguna flor aunque se llame así, sirve como
base en la elaboración de pomadas, entre otras cosas).
Todos estos productos para los usos mencionados se utilizan en pequeñas
dosis, ¿cómo se explica entonces que muchas empresas las compren en grandes
cantidades?
Respecto a estas sustancias químicas hay un conflicto de intereses bien
marcado y problemas de regulación, ya
que las empresas compran estos productos en grandes cantidades y de manera
engañosa para sus fines de producción,
desviándolos de manera
clandestina para la fabricación de pólvora. Ejemplo de lo anteriormente
descrito es la existencia de más de 300 coheterías clandestinas (ubicadas en su
mayoría en Ciudad Delgado y Cojutepeque) y únicamente seis que están legalmente
registradas en las instituciones reguladoras.
La pirotecnia con
sus fines visuales y acústicos impresiona: trae colorido, distracción,
entretenimiento y una falsa felicidad. Los niños y niñas no sólo se queman por
uso de pólvora, sino por líquidos y objetos eléctricos o incandescentes. El
Hospital de Niños Benjamín Bloom –HNBB-
reportó para el año 2010 que la relación
de quemaduras por pirotécnicos con otras quemaduras fue del 5%; lo importante del dato en sí es que las
quemaduras por manipulación y fabricación de pirotécnicos en niños y niñas
corresponden sólo al mes de diciembre.
El
Ministerio de Salud –MINSAL- elaboró un documento denominado “Análisis de
lesiones ocasionadas por productos pirotécnicos, El Salvador 2004-2010”, en el
cual se visualiza que de los 1,791 casos
reportados, el 43.8% (784) están en las edades de 10 a 19 años; seguido de 5 a 9 años, 26.6% (477); 20 a 29
años, 10.2% (183 casos); los datos restantes corresponden a otros grupos de
edad.
Los
lesionados proceden -más frecuentemente- de San Salvador 31.9% (572 casos),
Santa Ana 11.1% (199), San Vicente 6.4% (114) y La Libertad 6.1% (109).
Los
casos de lesionados provienen mayormente
del área urbana (59% = 1067 casos) del total del período 2004-2010.
Según
la fecha y hora de ocurrencia, del total de niños y niñas que reportó con
quemaduras por pólvora el HNBB en el año 2010,
el 44% corresponde a la transición 31 de diciembre / 01 de enero,
mientras que el 30% a la medianoche
24/25 de diciembre. El porcentaje
restante en otras fechas.
El
informe del MISNAL resalta que el 82.3%
de los casos de quemaduras por pólvora (1474 casos) son en niños y
niñas. En el período señalado los sitios anatómicos principalmente afectados
por lesiones por pólvora son los miembros superiores 44.9% (805 casos), cara
24% (429), miembros inferiores 9.1% (163), y lesiones en múltiples sitios 6.6%
(118). Las lesiones de cara y extremidades constituyen los sitios anatómicos de
mayor riesgo.
Segregando
estos datos por sexo la razón es de 5:1, es decir que por cada cinco
niños quemados hay una niña.
Los
costos que asume el Ministerio de Salud por pacientes quemados por pólvora son
altos, sean estos de manera ambulatoria, hospitalizados o en la unidad de
cuidados intensivos –UCI-.
Los
problemas de quemados no se resuelven con una Unidad de Quemados o creación de
UCI (que si es necesario tenerlas), sino se conoce la intensidad del problema.
Por decir algo las quemaduras por pólvora no sólo son producto de la
manipulación, sino que también son resultado de la fabricación y comercialización de productos pirotécnicos, donde se ve
involucrada la niñez y la adolescencia. Lo anterior representa una de las
peores formas de trabajo infantil en la que el Ministerio de Trabajo tiene
responsabilidad que asumir en este punto (recordemos que la Organización
Internacional del Trabajo –OIT- tiene los ojos puestos en El Salvador respecto
al trabajo infantil).
Los salubristas y
epidemiólogos del MINSAL tienen que estimar otros costos quizá no contemplados, como el costeo
que representa para la red de servicios de salud atender pacientes por problemas respiratorios
resultados de la quema de pólvora
(problemas por asma y neumonía); así como las lesiones que puede provocar en el
oído la detonación del ruido de la pirotecnia. Insisto en el cuido de las niñas
y los niños ya que al exponerse a un entorno con explosiones su sistema auditivo es más vulnerable.
Desde
el punto de vista sanitario, no hay buena o mala pirotecnia, ni autorizada ni
no autorizada, ni pólvora negra o blanca. Todos los productos son nocivos a la
salud porque producen daño.
Pero
desde el punto de visto económico, de sobrevivencia de los artesanos que viven
de la pirotecnia y que no tienen otras opciones en este país ¿De qué vivirán
estos? ¿Cómo mantendrán a sus familias? Copio
textualmente lo comentado por un operario de una cohetería al preguntarle los
riesgos de los y las adolescentes que trabajan en la fabricación de estos
artefactos: …”quién me va a ayudar a mi si mis hijos se hacen mareros por
falta de trabajo…”
La pirotecnia es un sueño vestido de fuego de colores y de fiesta:
detrás de esto hay un impacto psicológico (miedo, ansiedad y trauma del paciente ante las curaciones y
el personal médico que percibe como responsable del dolor experimentado),
familiar (impacto al ver al pariente con
quemaduras, amputaciones, dolor y luto), sin menospreciar la inversión del
sistema de salud en la curación y rehabilitación de las personas afectadas.
Finalizo reflexionado que el abordaje del problema de la artesanía pirotécnica
en El Salvador tiene que hacerse de
manera intersectorial: Quedar corto en su análisis es quedar corto en sus
soluciones.
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