miércoles, 5 de febrero de 2014

Productos pirotécnicos: Hacia una práctica contracultural.

Editado en el Tres Mil, Diario Co Latino,sábado 25 de enero 2014.



Hace un par de años y días (sábado 17 de diciembre de 2011) se publicó en este suplemento cultural  el texto intitulado: « El lado oscuro de la artesanía pirotécnica en El Salvador».  La pretensión de este escrito procura hacer un balance, una valoración de los avances y retrocesos en lo concerniente a la fabricación, comercialización y uso de productos pirotécnicos artesanales, las leyes y otras normativas que le regulan, la aplicabilidad de las mismas, el trabajo intersectorial de las instituciones del Estado para prevenir y controlar los efectos que produce la pirotecnia artesanal en el país, así como los resultados de la vigilancia de lesiones ocasionadas por productos pirotécnicos en la más reciente celebración de las fiestas de navidad y fin de año.

La palabra pirotecnia deriva del griego <piro > que significa fuego y < téchne > que está referido al arte, técnica o especialidad. En otras palabras, el término pirotecnia se entenderá como la técnica que se ocupa de la fabricación y utilización de fuegos artificiales, explosivos y toda clase de inventos con pólvora, tanto para fines militares, demoliciones, así como para celebraciones o conmemoraciones diversas.

El origen de la pirotecnia está directamente relacionado con la accidentada invención de la pólvora en China, en ese sentido la historia registra que la pólvora fue empleada en pirotecnia antes de que fuera utilizada para fines militares.

En cuanto a la llegada de los productos pirotécnicos a El Salvador, nuestros abuelos/as comentan que el primer lote de estos artefactos arribó al Puerto de Cutuco, La Unión, a principios del siglo XIX, no con fines de comercialización sino que era un producto de paso que llevaban vendedores palestinos a otros países del sur de América, quienes desembarcaron al muelle con fines de abastecerse de alimentos y agua. Fue tan buena la recepción y acogida de los habitantes unionenses que como muestras de agradecimientos de los mercaderes asiáticos, éstos les entregaron parte de sus productos. Fue tanto el asombro y algarabía que produjo la quema fuegos artificiales que ya no hubo necesidad de que la flota marítima palestina se desplazara hacia el sur; los productos pirotécnicos fueron vendidos distribuyéndose a otros departamentos de la zona oriental y del país.

Respecto a esto último, es decir a la algarabía, la bulla, el bullicio, el vocerío de nuestra gente hay una necesidad de saber, de tener una lectura, una aproximación del porqué las y los salvadoreños somos muy afines, armónicos, adeptos al ruido, los sonidos altos, la estridencia, el eco…  Por cualquier parte que nos desplacemos observaremos esa parte de  nuestra cultura que nos caracteriza: en los centros comerciales, el mercado, nuestro vecindario. ¿Tendrá que ver este fenómeno con una falsa alegría o felicidad que construimos?, ¿tendrá que esto ver con una forma de tapar, ocultar nuestros problemas, nuestra impotencia y calamidades?… habrá que ver.

Cómo culturalmente  explicarse que  a pesar de las quemaduras, amputaciones, cicatrices y deformidades (que generan discapacidad temporal o permanente), secuelas emocionales e incluso muerte la población siga exponiendo a la niñez y la adolescencia a estas prácticas donde detrás de cada experiencia hay tragedias humanas. ¿No habrá al caso en los padres y madres una medición de la dimensión o magnitud del riesgo que esta práctica puede producir?

Sobre lo mismo, el más reciente informe de vigilancia especial de lesionados por productos pirotécnicos del Ministerio de Salud     -MINSAL- reporta que durante el período del 1 de noviembre 2013 al 6 de enero 2014 se notificó un total de 187 lesionados por productos pirotécnicos. Los grupos de edad más afectados son de 18 a 59 años (40.6%) y de 10 a 17 años (30.5%), los menores de 18 años concentran el 56.6%. El 77.5% de los afectados corresponde al sexo masculino. La procedencia de los casos fue de 64.2% en el área urbana y 35.8% en el área rural. El mayor número de casos procede de los departamentos de San Salvador (34.8%), Santa Ana (9.1%); La Libertad (8.0%) y Cabañas (7.0%). La mayor proporción de quemaduras son de grado I (50.3%), grado II (36.9%) y grado III  (12.8%), estas últimas son consideradas las más graves. En el 56% se ha requerido manejo ambulatorio (que no han requerido hospitalización), el 30% de casos fueron ingresados y 14% referidos a otros centros especializados.

Los productos pirotécnicos además de las quemaduras, ocasionan problemas respiratorios por el humo que producen así como problemas de audición por los detonantes; son un factor de riesgo para la producción de incendios. En el proceso de fabricación, comercialización o uso,  afectan de alguna manera el ambiente, con los consecuentes daños para la salud.

En estos dos últimos años, a través de un esfuerzo interinstitucional liderado y conducido  por la Comisión Intersectorial de Salud –CISALUD- ha habido en su interior un debate  sobre la importancia de prohibir lo concerniente a la fabricación, comercialización y uso de productos pirotécnicos. Los detractores a esta postura se inclinan por la regulación, la cual generaría grandes vacíos en la parte de su aplicación. Ya que en sí el problema de los pirotécnicos en El Salvador no radica en la falta de leyes, sino más bien en la aplicabilidad de las mismas.
La base legal de las actividades relacionadas con pirotécnicos están  reguladas por la Constitución de la República, la Ley de Armas y su Reglamento Especial, el Código Penal  y la Ley Orgánica de la Policía Nacional Civil –PNC-,  estableciendo como ente  regulador al Ministerio de Defensa Nacional a través de la Dirección de Logística y la conformada Comisión Técnica de Regulación y Control,  integrada por 4 instituciones más: Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales –MARN-,  Cuerpo de Bomberos de El Salvador –CBES-, Consejo Superior de Salud Pública –CSSP- y la Policía Nacional Civil –PNC-  a través  de la División de Armas y Explosivos.

Toda la fotografía descrita en las líneas anteriores demanda crear un contrapeso, una contracultura a la práctica relacionada con los pirotécnicos. Por contracultura entenderemos el movimiento social y cultural que se caracteriza por el rechazo u oposición a  los valores culturales, sociales, morales y modos de vida establecidos en una sociedad.  La contracultura surge  en  los Estados Unidos en la década de los cincuenta y desaparece  prácticamente en los setenta. Lo anterior no significa que posteriormente a este estadio no se hayan gestado movimientos contraculturales. El término fue acuñado por el historiador norteamericano Theodore Roszak en su libro: «El nacimiento de una contracultura» (1968).

El término contracultura se usa especialmente para referirse a un movimiento organizado y visible cuya acción invade y evade a muchas personas y persiste durante un período considerable. Han formado parte de movimientos contraculturales, para citar algunos: jazz, rock and roll, desobediencia civil (la guerra contra Vietnam), pop art, copyright libre (copyleft), los comix (con equis), folk song, beatlemanía, los movimientos hippies, la era de acuario, la revolucuión sexual, los movimientos feministas, la dialéctica de la liberación, mayo del 68, el festival Woodstock, entre otros.

Volviendo a la cultura del uso de  pirotécnicos ha llegado el momento de generar una contracultura contra la misma. Los resultados nos lo demandan: La circunstancia más frecuente de quemadura ha sido en el 618% de casos encontrarse encendiendo pólvora; 22% transitaban por el lugar donde se estaba manipulando pirotécnicos, y 14.4% en otras circunstancias. A pesar de ser productos prohibidos el mortero (31.0%), pólvora china (13.4%) cohetillos (12.3%), silbador (11. 2%), estrellitas (7.5%), volcancitos (7.0%) y otros (14%), se encontraron más frecuentemente involucrados. Se registraron en total 2 defunciones ocasionadas por lesiones debidas a pirotécnicos, similar a lo ocurrido en 2012. El 65% de las personas se lesionan ellos mismos. El 77% de lesionados se quemaron cuando estaban sin ninguna supervisión y el 23% cuando sí lo estaban. El 77% de las lesiones ocurrieron en sitios únicos. El 19%  de los casos sufrieron complicaciones.

La pirotecnia está dentro del esquema de pensamiento, la forma de vivir la vida, el lenguaje, el olvido por los aspectos históricos, las costumbres del patrón cultural de las y los salvadoreños. Sólo recordar que el patrón cultural es el conjunto de costumbres y creencias que una sociedad practica en su diario vivir. Las secuelas y tragedias humanas que deja el uso o accidentes por pirotécnicos no debe repetirse año con año, debe de quedarse como una práctica y un dato de la historia nacional.

¡Ha llegado el momento de generar una contracultura a esta práctica triste y enajenante de nuestra sociedad!

1 comentario:

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