Hace un par de años y días (sábado 17 de diciembre
de 2011) se publicó en este suplemento cultural
el texto intitulado: « El
lado oscuro de la artesanía pirotécnica en El Salvador». La pretensión de este escrito procura hacer
un balance, una valoración de los avances y retrocesos en lo concerniente a la
fabricación, comercialización y uso de productos pirotécnicos artesanales, las
leyes y otras normativas que le regulan, la aplicabilidad de las mismas, el
trabajo intersectorial de las instituciones del Estado para prevenir y
controlar los efectos que produce la pirotecnia artesanal en el país, así como
los resultados de la vigilancia de lesiones ocasionadas por productos
pirotécnicos en la más reciente celebración de las fiestas de navidad y fin de
año.
La palabra pirotecnia deriva del
griego <piro > que significa fuego y < téchne > que está referido al arte, técnica o especialidad. En otras
palabras, el término pirotecnia se entenderá
como la técnica que se ocupa de la fabricación y
utilización de fuegos artificiales, explosivos y toda clase de inventos con pólvora,
tanto para fines militares, demoliciones, así como para celebraciones o
conmemoraciones diversas.
El origen de la pirotecnia está
directamente relacionado con la accidentada invención de la pólvora en China,
en ese sentido la historia registra que la pólvora fue empleada en pirotecnia
antes de que fuera utilizada para fines militares.
En cuanto a la
llegada de los productos pirotécnicos a El Salvador, nuestros abuelos/as
comentan que el primer lote de estos artefactos arribó al Puerto de Cutuco, La
Unión, a principios del siglo XIX, no con fines de comercialización sino que
era un producto de paso que llevaban vendedores palestinos a otros países del
sur de América, quienes desembarcaron al muelle con fines de abastecerse de alimentos
y agua. Fue tan buena la recepción y acogida de los habitantes unionenses que
como muestras de agradecimientos de los mercaderes asiáticos, éstos les
entregaron parte de sus productos. Fue tanto el asombro y algarabía que produjo
la quema fuegos artificiales que ya no hubo necesidad de que la flota marítima
palestina se desplazara hacia el sur; los productos pirotécnicos fueron
vendidos distribuyéndose a otros departamentos de la zona oriental y del país.
Respecto a esto último, es
decir a la algarabía, la bulla, el bullicio, el vocerío de nuestra gente hay
una necesidad de saber, de tener una lectura, una aproximación del porqué las y
los salvadoreños somos muy afines, armónicos, adeptos al ruido, los sonidos
altos, la estridencia, el eco… Por cualquier
parte que nos desplacemos observaremos esa parte de nuestra cultura que nos caracteriza: en los
centros comerciales, el mercado, nuestro vecindario. ¿Tendrá que ver este
fenómeno con una falsa alegría o felicidad que construimos?, ¿tendrá que esto
ver con una forma de tapar, ocultar nuestros problemas, nuestra impotencia y
calamidades?… habrá que ver.
Cómo culturalmente explicarse que a pesar de las quemaduras, amputaciones, cicatrices y deformidades (que generan discapacidad
temporal o permanente), secuelas emocionales e incluso muerte la población siga
exponiendo a la niñez y la adolescencia a estas prácticas donde detrás de cada
experiencia hay tragedias humanas. ¿No habrá al caso en los padres y madres una
medición de la dimensión o magnitud del riesgo que esta práctica puede
producir?
Sobre lo mismo, el más reciente
informe de vigilancia especial de lesionados por productos pirotécnicos del
Ministerio de Salud -MINSAL- reporta
que durante el período del 1 de noviembre 2013 al 6 de enero 2014 se notificó
un total de 187 lesionados por
productos pirotécnicos. Los grupos de edad más afectados son de 18 a 59 años
(40.6%) y de 10 a 17 años (30.5%), los menores de 18 años concentran el 56.6%. El
77.5% de los afectados corresponde al sexo masculino. La procedencia de los casos fue de 64.2%
en el área urbana y 35.8% en el área rural. El mayor número de casos procede de
los departamentos de San Salvador (34.8%), Santa Ana (9.1%); La Libertad (8.0%)
y Cabañas (7.0%). La mayor proporción de quemaduras son de grado I (50.3%),
grado II (36.9%) y grado III (12.8%),
estas últimas son consideradas las más graves. En el 56% se ha requerido manejo
ambulatorio (que no han requerido hospitalización), el 30% de casos fueron
ingresados y 14% referidos a otros centros especializados.
Los productos pirotécnicos además de las
quemaduras, ocasionan problemas respiratorios por el humo que producen así como
problemas de audición por los detonantes; son un factor de riesgo para la
producción de incendios. En el proceso de fabricación, comercialización o
uso, afectan de alguna manera el
ambiente, con los consecuentes daños para la salud.
En estos dos últimos años, a
través de un esfuerzo interinstitucional liderado y conducido por la Comisión Intersectorial de Salud
–CISALUD- ha habido en su interior un debate
sobre la importancia de prohibir lo concerniente a la
fabricación, comercialización y uso de productos pirotécnicos. Los detractores
a esta postura se inclinan por la regulación, la cual generaría
grandes vacíos en la parte de su aplicación. Ya que en sí el problema de los
pirotécnicos en El Salvador no radica en la falta de leyes, sino más bien en la
aplicabilidad de las mismas.
La base legal de las actividades relacionadas con pirotécnicos
están reguladas por la Constitución de
la República, la Ley de Armas y su Reglamento Especial, el Código Penal y la Ley Orgánica de la Policía Nacional
Civil –PNC-, estableciendo como
ente regulador al Ministerio de Defensa
Nacional a través de la Dirección de Logística y la conformada Comisión Técnica de Regulación y
Control, integrada por 4 instituciones
más: Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales
–MARN-, Cuerpo de Bomberos de El Salvador
–CBES-, Consejo Superior de Salud Pública –CSSP- y la Policía Nacional Civil
–PNC- a través de la División de Armas y Explosivos.
Toda la fotografía descrita en las líneas anteriores demanda crear un
contrapeso, una contracultura a la práctica relacionada con los pirotécnicos.
Por contracultura entenderemos el movimiento
social y cultural que se caracteriza por el rechazo u oposición a los valores culturales, sociales, morales y
modos de vida establecidos en una sociedad. La
contracultura surge en los Estados Unidos en la década de los
cincuenta y desaparece prácticamente en
los setenta. Lo anterior no significa que posteriormente a este estadio no se
hayan gestado movimientos contraculturales. El término fue
acuñado por el historiador norteamericano Theodore Roszak en su libro: «El nacimiento de una contracultura» (1968).
El término contracultura se usa especialmente
para referirse a un movimiento organizado y visible cuya acción invade y evade
a muchas personas y persiste durante un período considerable. Han formado parte
de movimientos contraculturales, para citar algunos: jazz, rock and roll,
desobediencia civil (la guerra contra Vietnam), pop art, copyright libre
(copyleft), los comix (con equis), folk song, beatlemanía, los movimientos
hippies, la era de acuario, la revolucuión sexual, los movimientos feministas,
la dialéctica de la liberación, mayo del 68, el festival Woodstock, entre
otros.
Volviendo a
la cultura del uso de pirotécnicos ha
llegado el momento de generar una contracultura contra la misma. Los resultados
nos lo demandan: La circunstancia más frecuente de quemadura ha sido en
el 618% de casos encontrarse encendiendo pólvora; 22% transitaban por el lugar
donde se estaba manipulando pirotécnicos, y 14.4% en otras circunstancias. A pesar de ser productos prohibidos el mortero
(31.0%), pólvora china (13.4%) cohetillos (12.3%), silbador (11. 2%),
estrellitas (7.5%), volcancitos (7.0%) y otros (14%), se encontraron más
frecuentemente involucrados.
Se registraron en total 2 defunciones ocasionadas por lesiones debidas a
pirotécnicos, similar a lo ocurrido en 2012. El 65% de las personas se lesionan ellos
mismos. El 77% de
lesionados se quemaron cuando estaban sin ninguna supervisión y el 23% cuando
sí lo estaban. El 77% de
las lesiones ocurrieron en sitios únicos. El 19%
de los casos sufrieron complicaciones.
La pirotecnia
está dentro del esquema de pensamiento, la forma de vivir la vida, el lenguaje,
el olvido por los aspectos históricos, las costumbres del patrón cultural de
las y los salvadoreños. Sólo recordar que el patrón cultural es el conjunto de
costumbres y creencias que una sociedad practica en su diario vivir. Las
secuelas y tragedias humanas que deja el uso o accidentes por pirotécnicos no
debe repetirse año con año, debe de quedarse como una práctica y un dato de la
historia nacional.
¡Ha llegado
el momento de generar una contracultura a esta práctica triste y enajenante de
nuestra sociedad!
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