La epistemología como
puerta de entrada a la filosofía de occidente. Parte I
Desde sus orígenes la
filosofía ha abordado grandes problemas de la humanidad aun sin
respuestas y en un constante y permanente debate. Dilemas como la
verdad, el mal, la existencia, la realidad, la libertad, la muerte,
la moral, la belleza, la mente, el lenguaje, el conocimiento, por
citar algunos. Aunque para muchos autores, filósofos en su mayoría,
uno de los principales enigmas de la filosofía es ella misma. Cuando
organizamos racionalmente lo que sabemos y valoramos el sentido que
tiene lo que hacemos, con el fin de transformar los conflictos que
nos rodean, nos estamos adentrando, consciente o inconcientemente, al
campo de la filosofía. Sólo quien penetra al campo de la filosofía
tiene, realmente, una noción de lo que ésta es.
Para cada uno de los
problemas mencionados la filosofía ha tratado de dar respuesta y
para ello han surgido diferentes disciplinas, las cuales -de manera
didáctica- me la representó hace un par de años mi maestro de
epistemología: Herman Feussier Binder, a través de lo que él le
llama la «casa de la
filosofía» y la
que he retomado para ilustrar mejor esta idea.
Figura No. 1. La casa de
la filosofía.
De todas las cuestiones
mencionadas, el tema del presente ensayo está relacionado con el
problema del conocimiento. Y es por ahí, como deber ser, que tuvo
que haber emergido la filosofía y no como realmente fue: Donde los
antiguos filósofos griegos empezaron a dudar y problematizar sobre
aspectos como lo metafísico, es decir, ¿Qué es el ser? Que
traducido a nuestro lenguaje es ¿Qué es la realidad? Por temas
como lo bello y lo que no lo es (campo de acción de la estética);
con el bien y el mal (objeto de estudio de la ética); con lo hoy
actualmente llamado antropológico, respondiendo a la pregunta ¿Qué
es el hombre?, entre otros enigmas.
Con la física de la
naturaleza (fis=naturaleza e ica=tratado sobre) es donde
históricamente entró la filosofía (idealmente debió haber sido
por la epistemología, como ya se comentó anteriormente). No por
gusto las ciencias físicas emergen de la filosofía.
Una de las primeras
reflexiones filosóficas que los griegos hicieron es interrogarse
sobre la realidad, es decir cuál es el principio de la realidad. A
este principio fundante de la realidad es a lo que los griegos le
denominaron arquê
(arquitectura).
Una de las primeras
escuelas que interactuó con una forma del conocimiento y que
floreció por el año 600 aC fue la llamada escuela jónica, a cuyos
integrantes también se les identifica con los nombres de
presocráticos e hilozoistas; este último término deriva de raíces
griegas que significan: hyle, materia; zoé, vida. A
estos primeros pensadores también se les llamó filósofos de la
naturaleza porque se interesaban por la naturaleza y sus procesos.
Por alguna razón estos filósofos estaban intrigados por conocer el
origen de todo ¿De dónde surgió todo y de qué está hecho? ¿Y
cómo se hizo? De lo que si estaban claros es que “nada puede salir
de la nada”. Empieza por Tales de Mileto (624 a.C.-?, 548 a.C.)
quien fija al agua como origen de la vida y el cosmos; y termina con
Demócrito (460 a.C.- 370 a.C.) quien ya considera como materia
fundante unas piezas pequeñas e invisibles que denominó átomos.
Entre medio de estos estudiosos ubicamos a otros precursores -no a
todos- como Anaximandro (la materia primaria de la realidad es «lo
indefinido»);
Anaxímenes («el
origen de todas las cosas es el aire»);
Parménides («el
ser es lo que es, fuera del ser no hay nada; el ser es eterno porque
no puede provenir de nada»);
Heráclito (en cuanto al elemento primario que todos buscaban, eligió
el fuego); Empédocles llegó a la conclusión de que no sólo hay un
elemento fundante, sino que la naturaleza tiene en total cuatro
elementos o «raíces»
interactuantes: tierra, aire, fuego y agua. Hay otros filósofos y
escuelas en el proceso del pensar que no hemos comentado… pero
volvamos al tema en cuestión.
Los antiguos griegos
talvez no debieron haber empezado cuestionando: ¿cuál es el
principio de la realidad? sino más bien preguntarse: ¿puedo conocer
la realidad? Con esto no queremos decir que los griegos no pensaron
sobre el conocer porque sí lo hicieron; a su manera. A este abordaje
sobre el conocer es lo que siglos después Ernst Reinhold (1832)
denominó teoría del conocimiento. La teoría del conocimiento es
parte de la filosofía que lo que hace es pensar si se puede conocer.
En el orden de conocer debería ser primero la epistemología.
La epistemología como
disciplina de la filosofía se encuentra ligada estrechamente a la
gnoseología. La gnoseología investiga acerca de la naturaleza y
extensión del conocimiento en general; la epistemología está más
estrechamente a lo que posteriormente se conoció como ciencia o
conocimiento científico.
Ya en su traducción al
español gnoseología, epistemología y teoría del conocimiento son
lo mismo, realmente el primer término es más inclusivo. La
gnoseología es una palabra compuesta que deriva del vocablo griego
«gnosis»
que significa conocimiento y «logia»
tratado. Epistemología también proviene del griego «episteme»
cuya traducción es un poco compleja y se le ha dado el atributo
también de conocimiento, pero como ya se explicó en el párrafo
anterior, es un conocimiento más apegado a lo novedoso, a la
comprobación, a lo que hoy llamamos ciencia; por lo que
gnosis y episteme distan en que el último es un conocimiento más
apegado al conocimiento científico, por tal razón algunas
traducciones le dan la interpretación de episteme igual a ciencia.
A manera de resumen de
este primer apartado, la epistemología es parte de la filosofía que
lo que hace es pensar sí se puede conocer; por lo tanto la
epistemología se podría entender, aparte de teoría del
conocimiento, como teoría del pensar.
Haciendo una
interpretación sobre la figura 1, la filosofía de occidente no
entró por la epistemología sino por otras disciplinas. Aristóteles
dejó como tributo hablar de todos los cuartos de la casa de la
filosofía. Hay que destacar que la lógica (referida a las reglas
del pensar racional correcto) y la epistemología son paralelas. En
tal sentido, nuestras universidades que imparten la materia de
filosofía deberían valorar incorporar como materias propedéuticas,
tanto la lógica como la epistemología. Asimismo, a manera de
exhortación, las casas de estudios superiores del país deberían
revisar la misión de su institución, ya que en muchas de éstas sus
misiones trasladan la importancia a la formación de profesionales
(una especie de maquila de mano de obra productiva) más que a la
generación de conocimiento. Insisto: La misión de las universidades
no es formar profesionales, sino la generación del conocimiento.
Haciendo un paralelismo:
Así como los primeros filósofos debatieron sobre la consideración
del mundo (cosmologismo); después hicieron una reflexión hacia el
propio “ego”, o sea, hacia el hombre y establecieron juicios
acerca de la capacidad del hombre para conocer y para obrar; hoy día
todas y todos -no necesariamente con talante y talento filosófico-
estamos comprometidos a aportar en los diferentes problemas que
aquejan a nuestra sociedad; como diría Karl Marx: «hasta
ahora los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, de
lo que se trata es de transformarlo».
«Si para los
primeros habitantes del planeta, el sol, la lluvia, el fuego eran
objetos inexplicables, para el habitante del actual siglo existen aún
muchas más incógnitas: Cómo curar el cáncer, cómo prolongar la
esperanza de vida al nacer, cómo conquistar el universo, entre
otros».
Nuestra actual forma de
pensar del mundo de occidente tiene sus bases en la fundición o
articulación del pensamiento griego y del pensamiento hebreo
(cristiano). En ese sentido los griegos son considerados como los
padres fundadores de la filosofía de occidente.
La base de todo el
conocimiento parte de la dualidad epistémica: sujeto – objeto. La
teoría del conocimiento es el resultado de las investigaciones
acerca de la relación que existe entre el sujeto y el objeto. Es
el entendimiento del desarrollo histórico del pensamiento (cfr.
Gabriel Gutiérrez Pantoja. «Metodología
de las ciencias sociales I»).
Etimológicamente sujeto
se deriva del latín sub jectum, sub= abajo; jectum= la base; se
descifra entonces como la fundición, lo que está abajo, en donde se
apoyaría el conocimiento.
Por su parte, objeto
procede también del latín ob jectum, ob= para; jectum= la base; lo
que está puesto y se me antepone en el camino. Sólo el hecho de
tener al objeto enfrente se me hace activo.
En esta medida los
términos subjetividad y objetividad están vinculadas al sujeto y al
objeto, respectivamente. Objetividad= tal como aparece /
Subjetividad= como a mi me puede aparecer –visto desde mis lentes
de lectura de la realidad-).
La teoría del
conocimiento se define también como el estudio sobre la
posibilidad, el origen y la esencia del conocimiento; es la
identificación de los elementos interactuantes en el proceso del
conocimiento.
En la parte II de este
ensayo, a publicarse en este mismo blog, se profundizará
sobre los cinco problemas epistemológicos: sobre la posibilidad del
conocimiento; el origen del conocimiento; la esencia del
conocimiento; las formas del conocimiento y el problema de la verdad.
Probablemente más de
alguna vez Usted ha escuchado términos como dogmatismo,
escepticismo, racionalismo, empirismo, idealismo, realismo, entre
otros; estas escuelas de pensamiento son resultado de esa dualidad,
de esa confrontación, de ese enfrentamiento entre sujeto y objeto.
Pero estos temas los abordaremos en la parte II que encontrará en este mismo espacio.
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