domingo, 10 de febrero de 2013

La epistemología como puerta de entrada a la filosofía de occidente. Parte I


La epistemología como puerta de entrada a la filosofía de occidente. Parte I
Desde sus orígenes la filosofía ha abordado grandes problemas de la humanidad aun sin respuestas y en un constante y permanente debate. Dilemas como la verdad, el mal, la existencia, la realidad, la libertad, la muerte, la moral, la belleza, la mente, el lenguaje, el conocimiento, por citar algunos. Aunque para muchos autores, filósofos en su mayoría, uno de los principales enigmas de la filosofía es ella misma. Cuando organizamos racionalmente lo que sabemos y valoramos el sentido que tiene lo que hacemos, con el fin de transformar los conflictos que nos rodean, nos estamos adentrando, consciente o inconcientemente, al campo de la filosofía. Sólo quien penetra al campo de la filosofía tiene, realmente, una noción de lo que ésta es.

Para cada uno de los problemas mencionados la filosofía ha tratado de dar respuesta y para ello han surgido diferentes disciplinas, las cuales -de manera didáctica- me la representó hace un par de años mi maestro de epistemología: Herman Feussier Binder, a través de lo que él le llama la «casa de la filosofía» y la que he retomado para ilustrar mejor esta idea.
Figura No. 1. La casa de la filosofía.

De todas las cuestiones mencionadas, el tema del presente ensayo está relacionado con el problema del conocimiento. Y es por ahí, como deber ser, que tuvo que haber emergido la filosofía y no como realmente fue: Donde los antiguos filósofos griegos empezaron a dudar y problematizar sobre aspectos como lo metafísico, es decir, ¿Qué es el ser? Que traducido a nuestro lenguaje es ¿Qué es la realidad? Por temas como lo bello y lo que no lo es (campo de acción de la estética); con el bien y el mal (objeto de estudio de la ética); con lo hoy actualmente llamado antropológico, respondiendo a la pregunta ¿Qué es el hombre?, entre otros enigmas.

Con la física de la naturaleza (fis=naturaleza e ica=tratado sobre) es donde históricamente entró la filosofía (idealmente debió haber sido por la epistemología, como ya se comentó anteriormente). No por gusto las ciencias físicas emergen de la filosofía.

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Una de las primeras reflexiones filosóficas que los griegos hicieron es interrogarse sobre la realidad, es decir cuál es el principio de la realidad. A este principio fundante de la realidad es a lo que los griegos le denominaron arquê (arquitectura).

Una de las primeras escuelas que interactuó con una forma del conocimiento y que floreció por el año 600 aC fue la llamada escuela jónica, a cuyos integrantes también se les identifica con los nombres de presocráticos e hilozoistas; este último término deriva de raíces griegas que significan: hyle, materia; zoé, vida. A estos primeros pensadores también se les llamó filósofos de la naturaleza porque se interesaban por la naturaleza y sus procesos. Por alguna razón estos filósofos estaban intrigados por conocer el origen de todo ¿De dónde surgió todo y de qué está hecho? ¿Y cómo se hizo? De lo que si estaban claros es que “nada puede salir de la nada”. Empieza por Tales de Mileto (624 a.C.-?, 548 a.C.) quien fija al agua como origen de la vida y el cosmos; y termina con Demócrito (460 a.C.- 370 a.C.) quien ya considera como materia fundante unas piezas pequeñas e invisibles que denominó átomos. Entre medio de estos estudiosos ubicamos a otros precursores -no a todos- como Anaximandro (la materia primaria de la realidad es «lo indefinido»); Anaxímenes («el origen de todas las cosas es el aire»); Parménides («el ser es lo que es, fuera del ser no hay nada; el ser es eterno porque no puede provenir de nada»); Heráclito (en cuanto al elemento primario que todos buscaban, eligió el fuego); Empédocles llegó a la conclusión de que no sólo hay un elemento fundante, sino que la naturaleza tiene en total cuatro elementos o «raíces» interactuantes: tierra, aire, fuego y agua. Hay otros filósofos y escuelas en el proceso del pensar que no hemos comentado… pero volvamos al tema en cuestión.

Los antiguos griegos talvez no debieron haber empezado cuestionando: ¿cuál es el principio de la realidad? sino más bien preguntarse: ¿puedo conocer la realidad? Con esto no queremos decir que los griegos no pensaron sobre el conocer porque sí lo hicieron; a su manera. A este abordaje sobre el conocer es lo que siglos después Ernst Reinhold (1832) denominó teoría del conocimiento. La teoría del conocimiento es parte de la filosofía que lo que hace es pensar si se puede conocer. En el orden de conocer debería ser primero la epistemología.

La epistemología como disciplina de la filosofía se encuentra ligada estrechamente a la gnoseología. La gnoseología investiga acerca de la naturaleza y extensión del conocimiento en general; la epistemología está más estrechamente a lo que posteriormente se conoció como ciencia o conocimiento científico.

Ya en su traducción al español gnoseología, epistemología y teoría del conocimiento son lo mismo, realmente el primer término es más inclusivo. La gnoseología es una palabra compuesta que deriva del vocablo griego «gnosis» que significa conocimiento y «logia» tratado. Epistemología también proviene del griego «episteme» cuya traducción es un poco compleja y se le ha dado el atributo también de conocimiento, pero como ya se explicó en el párrafo anterior, es un conocimiento más apegado a lo novedoso, a la comprobación, a lo que hoy llamamos ciencia; por lo que gnosis y episteme distan en que el último es un conocimiento más apegado al conocimiento científico, por tal razón algunas traducciones le dan la interpretación de episteme igual a ciencia.

A manera de resumen de este primer apartado, la epistemología es parte de la filosofía que lo que hace es pensar sí se puede conocer; por lo tanto la epistemología se podría entender, aparte de teoría del conocimiento, como teoría del pensar.

Haciendo una interpretación sobre la figura 1, la filosofía de occidente no entró por la epistemología sino por otras disciplinas. Aristóteles dejó como tributo hablar de todos los cuartos de la casa de la filosofía. Hay que destacar que la lógica (referida a las reglas del pensar racional correcto) y la epistemología son paralelas. En tal sentido, nuestras universidades que imparten la materia de filosofía deberían valorar incorporar como materias propedéuticas, tanto la lógica como la epistemología. Asimismo, a manera de exhortación, las casas de estudios superiores del país deberían revisar la misión de su institución, ya que en muchas de éstas sus misiones trasladan la importancia a la formación de profesionales (una especie de maquila de mano de obra productiva) más que a la generación de conocimiento. Insisto: La misión de las universidades no es formar profesionales, sino la generación del conocimiento.

Haciendo un paralelismo: Así como los primeros filósofos debatieron sobre la consideración del mundo (cosmologismo); después hicieron una reflexión hacia el propio “ego”, o sea, hacia el hombre y establecieron juicios acerca de la capacidad del hombre para conocer y para obrar; hoy día todas y todos -no necesariamente con talante y talento filosófico- estamos comprometidos a aportar en los diferentes problemas que aquejan a nuestra sociedad; como diría Karl Marx: «hasta ahora los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo». «Si para los primeros habitantes del planeta, el sol, la lluvia, el fuego eran objetos inexplicables, para el habitante del actual siglo existen aún muchas más incógnitas: Cómo curar el cáncer, cómo prolongar la esperanza de vida al nacer, cómo conquistar el universo, entre otros».

Nuestra actual forma de pensar del mundo de occidente tiene sus bases en la fundición o articulación del pensamiento griego y del pensamiento hebreo (cristiano). En ese sentido los griegos son considerados como los padres fundadores de la filosofía de occidente.

La base de todo el conocimiento parte de la dualidad epistémica: sujeto – objeto. La teoría del conocimiento es el resultado de las investigaciones acerca de la relación que existe entre el sujeto y el objeto. Es el entendimiento del desarrollo histórico del pensamiento (cfr. Gabriel Gutiérrez Pantoja. «Metodología de las ciencias sociales I»).

Etimológicamente sujeto se deriva del latín sub jectum, sub= abajo; jectum= la base; se descifra entonces como la fundición, lo que está abajo, en donde se apoyaría el conocimiento.

Por su parte, objeto procede también del latín ob jectum, ob= para; jectum= la base; lo que está puesto y se me antepone en el camino. Sólo el hecho de tener al objeto enfrente se me hace activo.

En esta medida los términos subjetividad y objetividad están vinculadas al sujeto y al objeto, respectivamente. Objetividad= tal como aparece / Subjetividad= como a mi me puede aparecer –visto desde mis lentes de lectura de la realidad-).

La teoría del conocimiento se define también como el estudio sobre la posibilidad, el origen y la esencia del conocimiento; es la identificación de los elementos interactuantes en el proceso del conocimiento.

En la parte II de este ensayo, a publicarse en este mismo blog, se profundizará sobre los cinco problemas epistemológicos: sobre la posibilidad del conocimiento; el origen del conocimiento; la esencia del conocimiento; las formas del conocimiento y el problema de la verdad.

Probablemente más de alguna vez Usted ha escuchado términos como dogmatismo, escepticismo, racionalismo, empirismo, idealismo, realismo, entre otros; estas escuelas de pensamiento son resultado de esa dualidad, de esa confrontación, de ese enfrentamiento entre sujeto y objeto. Pero estos temas los abordaremos en la parte II que encontrará en este mismo espacio.



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