En la parte I de este ensayo, que se publicó en este mismo blog, finalizamos provocando a nuestros/as amigos/as lectores/a preguntándoles si anteriormente habían tenido algún contacto o aproximación con los términos como dogmatismo, escepticismo, racionalismo, empirismo, idealismo, realismo, entre otros. Es importante mencionar que éstas no son las únicas escuelas de pensamiento resultado del dual epistémico sujeto y objeto, hay otras más que se distinguen por no ser tan opuestas o antagónicas como las ya citadas.
Comentábamos también,
en el mismo texto, sobre la necesidad de hacer un abordaje o
acometida sobe los cinco problemas epistemológicos, los cuales
también son resultado de ese dualismo entre sujeto y objeto. Los
cinco problemas son los siguientes: sobre la posibilidad del
conocimiento; el origen del conocimiento; la esencia del
conocimiento; las formas del conocimiento y el problema de la verdad.
Respecto al problema de
la posibilidad del conocimiento aparece la siguiente incógnita
¿puede realmente el sujeto conocer, aprehender (capturar) al objeto?
Si la postura
–como muchos
pensadores han decantado- es que SÍ se puede conocer al
objeto se ha optado por el dogmatismo. De ser la respuesta negativa,
es decir el sujeto NO puede conocer al objeto, nos hemos
adentrado al escepticismo. Aproximándonos a cada uno de estos
términos extremos, podemos decir que dogmatismo (vocablo que deriva
de dogma y este a su vez se interpreta como doctrina fija; hipótesis
que se acepta sobe prueba; decreto; especie de tesis) es un sistema
de ideas en la que se afirma la posibilidad del conocimiento humano,
y la validez de principios que la razón reconoce como evidentes, es
decir, es creer en algo sin antes haberlo comprobado y que tu crees
en lo que te dicen simplemente porque tiene fe; contrariamente al
dogmatismo entenderemos al escepticismo (viene del griego skeptomai
que significa examinar, considerar, observar) como la doctrina
filosófica que niega la existencia de la verdad o la capacidad del
hombre para conocerla. En la filosofía clásica el escepticismo es
una corriente filosófica basada en la duda y el oficio del filósofo
precisamente es eso: dudar.
Pensadores como Tales de
Mileto, Pitágoras, Parménides, Heráclito, Anaxímenes,
Anaximandro, entre otros, son considerados como representantes del
dogmatismo. Pirrón, Georgias de Leontini, Protágoras, Sexto
Empírico, Francisco Sánchez, entre otros, son preciados como
exponentes del escepticismo.
Es a Johannes Hessen
(1889 – 1971), filósofo alemán, uno de los intelectuales a quien
se le reconoce su enorme esfuerzo por clasificar las diferentes
posturas del pensamiento contemporáneo, las cuales están
sistematizadas en su libro denominada “Teoría del
conocimiento”. En ese afán Hessen determina que dentro de las
diferentes posturas extremas existen escuelas de pensamiento
intermedias. Es así como de la dualidad dogmatismo – escepticismo
derivan otras vertientes como el subjetivismo, llamado también
relativismo; el pragmatismo; el criticismo y el positivismo.
Siempre con la lógica
acorde a la constitución del sujeto cognoscente surge la pregunta
¿cuál es el origen del conocimiento? Este conocimiento ¿viene de
adentro del ser humano, es decir de la razón?; ¿viene del exterior
o entorno y es captado a través de los órganos sensoriales? o
¿viene de Dios?
Si partimos porque el
conocimiento es propio de la razón nos encausamos a la doctrina
epistemológica denominada racionalismo. Etimológicamente
racionalismo viene de la palabra latina “ratio” = razón.
En general, el racionalismo lo entenderemos como la absolutización
de la razón; se da con mucha fuerza en la época moderna, aunque no
surgió en este período, porque desde mucho antes, se habían dado
intentos en torno a la razón frente a los hechos de la experiencia.
Entre sus exponentes tenemos a Platón, san Agustín, Renato
Descartes, Blas Pascal, Nicolás Malebranche, Baruc Spinoza,
Godofredo Leibniz, entre otros. De manera opuesta, si optamos porque
el conocimiento es producto de la experiencia sensorial nos
inclinamos a la escuela de pensamiento denominado empirismo. Para
esta doctrina no existen ideas innatas, es decir, el origen de
nuestros conocimientos no está en la razón, sino en la experiencia,
ya que todo el contenido del pensamiento primero ha tenido que pasar
por el tamiz los sentidos. Empiristas fueron los sofistas, epicúreos,
estoicos, John Locke, David Hume, entre otros.
Corrientes intermedias
entre estas dos posturas extremas están el intelectualismo y el
apriorismo.
Por otra parte, abordando
el tercer problema epistemológico surge la pregunta sobre la esencia
del conocimiento: De acuerdo a la relación sujeto – objeto ¿quién
(qué) determina a quién? (qué). Dicho en otras palabras si es el
sujeto el que determina el conocimiento nos estamos enmarcando en la
corriente filosófica llamada idealismo; si es al revés, es decir,
es el objeto (la realidad) la que determina el conocimiento
penetramos a otra escuela de pensamiento denominada realismo.
Fue Leibniz quien empleó
el término idealista al referirse a Platón y a otros autores para
quienes la realidad está determinada por la forma o el mundo de las
ideas.
La filosofía idealista de la época moderna se funda igualmente en las ideas, aunque el significado moderno de la idea no siempre es igual al del platonismo, pero no podemos separarlo de su sentido antiguo.
La filosofía idealista de la época moderna se funda igualmente en las ideas, aunque el significado moderno de la idea no siempre es igual al del platonismo, pero no podemos separarlo de su sentido antiguo.
El término realismo se
aplica a la doctrina que manifiesta que los objetos comunes
percibidos por los sentidos, como mesas y sillas, tienen una
existencia independiente del propio ser percibido.
De estas afluentes de
conocimiento se desprenden otras no tan antagónicas como el
objetivismo, el subjetivismo y el fenomenalismo.
En cuanto a las formas
del conocimiento, estas doctrinas no son tan dualistas, polares u
opuestas como las primeras tres que abordamos. Acá tenemos el
conocimiento mediato (discursivo) y el conocimiento intuitivo
(inmediato). Mediante el conocimiento discursivo la conciencia
relaciona, compara y enlaza los objetos que desea conocer. El
conocimiento intuitivo, contrariamente, está referida a la captación
directa de colores, tamaños, formas, es decir, cualidades sensibles;
pero también la captación de la validez de axiomas o principios
matemáticos o lógicos.
Sobre el problema de la
verdad, lo que acá interesa es el concepto de verdad y los
criterios de la misma. Respecto al primero existen diferentes
posturas tales como la verdad tanto correspondencia entre
conocimiento y objeto; la verdad como coherencia lógica y la verdad
como utilidad práctica (pragmatismo). El concepto de verdad está
ligado con la esencia del conocimiento (es verdadero o falso). Sobre
los criterios para determinar la verdad tenemos los criterios de
autoridad; el asentimiento universal; el sentido común, la necesidad
lógica; la evidencia y el criterio de la experiencia.
Con todos estos elementos
Hessen hace dos concepciones: concepción del pensamiento y
concepción del universo. ¿Qué es lo primero que notamos?
Obviamente lo que hay fuera, luego nos damos cuenta de mi existencia:
descubrimiento del yo. Hay autores que dan más cuenta o interés del
yo. Contrariamente a los filósofos griegos de la naturaleza con
Sócrates hay un viraje, porque pasa de los principios fundamentales
de la naturaleza a la acción humana (bien-mal, virtud, la moral).
Con Sócrates y Platón la concepción del pensamiento (atención a
nosotros mismos=pensar el pensamiento, la moral, el yo, el ser
humano) pasa a concepción del universo (cosmológica).
El ser humano cuanto más conoce la
realidad y el mundo y más se conoce a sí mismo en su unicidad, le
resulta más urgente cuestionarse sobre el sentido de las cosas y
sobre su propia existencia. Es por ello que con este ensayo hemos
tratado de hacer de manera sinóptica un recorrido a lo largo de la
historia del pensamiento humano de occidente y la búsqueda
insaciable de la verdad.
Si muy bien la filosofía no está para
transformar el mundo como ya lo dijo Marx, es imperioso conocer la
historia del pensamiento humano para interpretarlo.
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